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Un juego puede ser muy divertido por su cuenta, pero lo que más alarga el uso y las veces que se vuelve al mismo suele ser la sensación de progreso que genera. Los juegos a los que más fácil es volver son aquellos que incluso si son pésimos en todo lo demás son capaces de generar la suficiente adicción [[Videojuegos diseñados para causar adicción]], como los clicker o cualquier otra tragaperras. Los juegos que quieren mantener a sus jugadores necesitan un progreso largo, lento y seguro quizá varias capas por encima del juego propiamente dicho.
Como ejemplo, tomemos un juego donde no hay progreso explícito: el Go. El único progreso del que puede hablarse es el aumento de habilidad del jugador, que va entendiendo y disfrutando el juego de forma distinta a medida que se hace más experimentado. Pero aún esto puede gamificarse, como se hace en los servidores online del juego, mostrando rangos virtuales o el progreso del jugador a lo largo del tiempo, o incluso dándole logros o trofeos por cumplir distintos objetivos que no tienen por qué tener relación con el juego en sí.